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¡Contra la educación capitalista, organización estudiantil!

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¡Contra la educación capitalista, organización estudiantil!

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Por primera vez tras el inicio de la pandemia, las estudiantes comenzamos el curso académico sin tener que atender a apenas medidas sanitarias. Sin embargo, bajo lo que podría parecer una vuelta a la normalidad, encontramos la profundización de los mecanismos de mercantilización de la enseñanza, con sus diferentes consecuencias en los diversos ámbitos educativos. Para alcanzar este fin, el Estado ha diseñado una Reforma Educativa General que, prácticamente aprobada en su totalidad, vuelve a ajustar la educación a las necesidades del capital.

Además, en este contexto, las estudiantes de extracción popular estamos sufriendo las consecuencias del encarecimiento de la vida, tras el cual se encuentran los beneficios empresariales y, como consecuencia de la búsqueda de lo anterior en un marco imperialista, la guerra en Ucrania. El precio del material escolar ha aumentado más de un 10% en un curso en el que las familias también van a tener que hacer frente a los cambios provocados por la inflación en otros bienes básicos, como los alimentos, o servicios tales como la electricidad; dándose un empobrecimiento aún mayor de la población. Mientras tanto, una de las principales editoriales en España, Santillana, obtenía 210,6 millones de euros durante el primer trimestre de este año, aproximadamente un 60% de los ingresos totales del grupo Prisa, que multiplicó en un 32,8% sus beneficios con respecto al año anterior. En un sector monopolizado por un pequeño grupo de empresas (SM, Santillana y Anaya), es muy sencillo acordar una elevación general de los precios que las familias no pueden evitar. Así funciona el cártel de los libros de texto según la editorial ‘chivata’ que lo denunció (elconfidencial.com) Ante la mercantilización de la educación (y los medios y herramientas necesarios para recibirla) se vuelve cada vez más evidente lo necesaria que es la distribución pública y gratuita de los materiales a las estudiantes.

Las dinámicas del capitalismo necesitan extenderse, cada vez en mayor medida, a sectores en los cuales el interés privado no debería haberse adentrado nunca. Ocurre algo similar en mercados como el de la vivienda. A la ausencia de un parque público mínimamente garantista se le suma el encarecimiento de la vivienda en alquiler, en la cual cada metro cuadrado ya cuesta un 5% más que el año pasado. Tal es la situación que cifras tan elevadas como la anterior parezcan anecdóticas comparadas con la tendencia alcista que se ha experimentado en los últimos cinco años, de un 23,88%. Ni falta hace hablar de la vivienda en propiedad, más prohibitiva aún para las estudiantes populares, y del negocio que manejan en torno a la compra y alquiler de inmuebles (especialmente en ciudades con mucha población universitaria) las agencias inmobiliarias, intermediarios oligopolistas que controlan y encarecen las gestiones para el acceso a una vivienda. Esta coyuntura que encontramos en el parque inmobiliario alarga aún más la edad de emancipación de las jóvenes de extracción popular, negándoles la posibilidad de desarrollar un proyecto de vida.

Tanto ello como el conjunto de las dinámicas propias del capitalismo y el patriarcado, entre las que se encuentra la competitividad y los roles de género respectivamente, son las causantes del deteriorado estado de la salud mental de las estudiantes. Nos vemos sometidas a presiones inasumibles a la hora de elegir los estudios que queremos cursar, pero también al recibirlos. Siempre debemos ser las mejores estudiantes, obtener las mejores notas, pues de ello depende que podamos obtener becas, acceder a unas determinadas enseñanzas, y un largo etcétera. Todo lo anterior se lleva a cabo mientras muchas de nosotras nos vemos obligadas a trabajar para poder costear nuestros estudios, algo que dificulta notablemente nuestras vidas, y por ello nuestra salud mental. A esto se suma, como mencionábamos, los roles de género que derivan en el desarrollo de trastornos psicológicos concretos fruto de la socialización que experimentamos durante toda nuestra vida. Así, por ejemplo, encontramos una mayor prevalencia de TCAs trastornos de ansiedad en mujeres que en hombres, como consecuencia, por un lado, de la presión estética que sufren las mujeres por adaptarse a unos cánones de belleza difícilmente alcanzables, y por otro, por la autoexigencia que se nos inculca desde niñas para llegar a ser la “mujer perfecta, que puede con absolutamente todo”.

En definitiva, la educación (y el sistema del que forma parte) son incompatibles con la salud mental, siendo un signo de ello que en 2020, por primera vez, los suicidios superaron a los tumores y los accidentes de tráfico como causa de muerte en la juventud española (15 a 29 años), convirtiéndose en la primera causa de defunción en esta franja de edad.https://www.rtve.es/noticias/20211124/cronicas-suicidio-primera-causa-muerte-jovenes-espana/2232960.shtml

Sumado a todos estos problemas, las mujeres sufrimos vejaciones y comentarios machistas y paternalistas por parte de compañeros y profesores. En muchas ocasiones, estos últimos son ignorados y/o blanqueados por los centros educativos, institutos y la Universidad. Asimismo, observamos una enorme segregación de género entre diferentes disciplinas, encontrando una mayor feminización en los ámbitos reproductivo (enfermería, atención a personas en situación de dependencia, educación infantil, etc). Esto es consecuencia de la División Sexual del Trabajo, es decir, de la asignación de unos determinados ámbitos del trabajo en base al sexo de cada persona. En tanto que el capitalismo necesita de dicha segregación para mantenerse, la educación se adapta a ella y se convierte en una herramienta fundamental para imponerla y hacerla pasar por natural, al igual que la familia nuclear.

En este sentido, queda claro el papel de la educación como aparato ideológico del Estado. La Reforma Educativa General ha supuesto un paso más en el desarrollo de dicha utilidad, ajustándose a las necesidades empresariales. Tanto el auge de la implantación de asignaturas y contenidos relacionados con la iniciativa emprendedora en las Enseñanzas Medias, como la mayor entrada de empresas en la Universidad (en órganos de decisión y en proyectos conjuntos de educación) son un claro ejemplo de ello.

Ante todos estos casos de violencia capitalista, las estudiantes no vamos a permanecer calladas. Estaremos en cada clase, instituto y facultad denunciando la educación capitalista y sus consecuencias en las estudiantes de extracción popular. Por una educación libre de mercantilización y segregación clasista:

¡Organiza tu rabia en Estudiantes en Movimiento!

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