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25N: Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la Mujer

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25N: Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la Mujer

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La pandemia apareció en el 2019, el machismo lleva con nosotras desde mucho antes.

Desde Estudiantes en Movimiento queremos reivindicar y concienciar sobre el 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres.

Estamos viviendo un contexto de crisis sanitaria que incrementa las violencias y los contextos machistas. Ahora más que nunca debemos recurrir a la sororidad y a la autodefensa feminista para poder superar esta situación y salir más fortalecidas.

¡Fuera agresiones machistas de nuestras aulas!

La educación es la mayor herramienta feminista.

La violencia en la educación es un problema transversal que se puede manifestar de diversas formas, las más llamativas y comunes son los abusos y agresiones sexuales, que se pueden realizar a alumnas por otros alumnos o por parte del personal del ámbito educativo, en muchos casos el propio profesorado.

Otra manera menos conocida es el bullying de carácter machista, que se integra dentro de la violencia verbal y física, la primera suele ser la que más desapercibida pasa, pero no por ella deja de ser un gran problema y desencadenante de la física.

Este tipo de bullying se caracteriza porque a las víctimas se las ataca con insultos y conductas basadas en el género.

La violencia dentro de la educación no sólo se manifiesta directamente como conductas machistas, agresiones o discriminaciones. La violencia suele ser resultado de un sistema educativo patriarcal y androcentrista, que en numerosas ocasiones oculta las agresiones y los comportamientos violentos, y silencia a las víctimas.

Este sistema sigue enseñando las mismas conductas machistas y anticuadas que resultan en el resto de violencias contra la mujer. Por eso la educación es la mayor herramienta de prevención ante estas violencias.

No nos morimos, ¡nos asesinan!

Los cuidados no pertenecen solo a las mujeres, son compartidos.

En lo que llevamos de 2020, ya se han producido 80 feminicidios. El gobierno solo reconoce 41 de estos debido a que solo incluyen a aquellas mujeres que son asesinadas en manos de su pareja o expareja.

El confinamiento agravó la violencia de género para aquellas mujeres que vivían con sus maltratadores. El teléfono 016, número de información y asesoramiento jurídico en materia de violencia de género, registró un nuevo pico histórico registrando 8.692 llamadas en abril de 2020.

Esto es una muestra más de la violencia machista que sufrimos las mujeres dentro de los hogares, pero se pueden encontrar muchas más como, por ejemplo, el reparto desigual de las tareas de cuidados y del hogar. Mientras que las mujeres emplean un total de 4 horas diarias, los hombres no llegan a emplear dos horas diarias.

Lo que no se nos paga sigue siendo trabajo: la doble jornada discrimina y la triple jornada asfixia.

Debido a la brecha salarial, las mujeres hacemos al año un mes y medio gratis de trabajo.

En el ámbito laboral, la mujer se enfrenta a una serie de trabas genéricas que ponen de manifiesto la necesidad de seguir abordando estas diferencias en todos los ámbitos.

Las mujeres dedican más del doble de horas de trabajo no remunerado y los contratos que obtienen suelen ser temporales y con peores condiciones.

Las mujeres forman el 51% de la población, sólo el 28% de los altos cargos en administración pública están llevados por mujeres; lo que supone una evidencia entre muchas otras del «techo de cristal» al que se enfrentan.

Además, el acoso por razón de sexo también es una realidad en la vida laboral de la mujer, siendo un tema muy poco regulado, invisiblizado y normalizado. Es urgente y de vital importancia, que estos datos se hagan públicos para la realización anual de estadísticas y la concienciación de cara a nuevas medidas a tomar.

Aún así, debemos ser conscientes de que existe una amplia diversidad de existencias como mujeres trabajadoras, en las cuales se ven implicados diferentes privilegios, opresiones y situaciones que también constituyen una lucha de por sí y se suman a su condición común de género.

El amor propio es revolucionario, ¡querámonos más y mejor!

El machismo estructura nuestra forma de crear relaciones y nuestros gustos, tenemos que deconstruir los mitos del amor romántico y la idealización de las dinámicas de poder en las parejas.

El amor romántico es un ideal construido por la sociedad, que nos influye en la manera de concebir y percibir las relaciones de pareja. Debido a esa influencia surgen determinados mitos, como los celos, la exclusividad de la pareja o la inquebrantabilidad del amor. Estas ideas preconcebidas crean estándares sobre cómo debemos comportarnos y lo que se considera o no amor.

Las mujeres, atravesadas por los ideales machistas en torno a las relaciones heterosexuales, normalizan e idealizan la violencia y las dinámicas de poder, que se apoyan sobre la baja autoestima derivada de las imposiciones del capitalismo estético, que hacen pensar a las mujeres que nunca son lo suficientemente normativas, y de la infravaloración de la feminidad, en una sociedad que celebra y premia las cualidades típicamente asociadas con la masculinidad (independencia, individualismo), mientras que rechaza e invisibiliza las asociadas a la feminidad (los cuidados, las redes de afecto).

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